lunes, 6 de junio de 2011

APOLO Y DAFNE

LEYENDA:

Cuenta el mito que Apolo quiso competir con Eros en el arte de lanzar flechas. Eros, molesto por la arrogancia de Apolo, ideó vengarse de él y para ello le arrojó una flecha de oro, que causaba un amor inmediato a quien hiriere. También hirió a la ninfa Dafne con una flecha de plomo, que causaba el rechazo amoroso. Así que cuando Apolo vio un día a Dafne se sintió herido de amor y se lanzó en su persecución. Pero Dafne, que sufría el efecto contrario, huyó de él. Y la ninfa corrió y corrió hasta que agotada pidió ayuda a su padre, el río Peneo, el cual determinó convertir a Dafne en laurel. Cuando Apolo alcanzó a Dafne, ésta iniciaba la transformación: su cuerpo se cubrió de dura corteza, sus pies fueron raíces que se hincaban en el suelo y su cabello se llenó de hojas. Apolo se abrazó al árbol y se echó a llorar. Y dijo: «Puesto que no puedes ser mi mujer, serás mi árbol predilecto y tus hojas, siempre verdes, coronarán las cabezas de las gentes en señal de victoria».
La transformación la relata Ovidio en el poema Las metamorfosis. Este mito ilustra el origen de uno de los símbolos típicos del dios, la corona de laurel.



ESCULTURA:
 Está realizada en mármol blanco y es de tamaño real. En este grupo se representa el mito de Apolo y Dafne. El dios Apolo ha si Está realizada en mármol blanco y es de tamaño real. En este grupo se representa el mito de Apolo y Dafne. El dios Apolo ha sido tocado por una flecha de Eros que inunda de amor al dios por la ninfa Dafne, hijo del dios-rio Peneo. Pero este amor no es correspondido, por lo que Apolo la persigue.
do tocado por una flecha de Eros que inunda de amor al dios por la ninfa Dafne, hijo del dios-rio Peneo. Pero este amor no es correspondido, por lo que Apolo la persigue.
 la escultura representa justo el momento en el que dafne se convierte en árbol.

También es barroco el representar una obra en el momento mismo en que ocurre la escena, movimiento en acto, frente al movimiento anterior o posterior preferido durante el Renacimiento. Hay una clara contraposición entre Apolo, con su cara de asombro y perpejidad ante lo que está viendo, y la cara de Dafne, en la que la incredulidad y el horror ante lo que la está sucediendo.








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